Adeptos

miércoles, 11 de noviembre de 2009

La humanidad en una suposición

La humanidad en una suposición


Otro día de trabajo, otra vez la rutina ardua. El tren se retrasó hoy, y los maremotos de gente que se reúnen a las nueve de la mañana para ir rumbo al trabajo apretujaban en un viaje más que incómodo. Así, sudado y harto, llegué al gran edificio de oficinas.

A pesar de mis molestias, comencé a saludar a la gente conocida y amiga. Entre besos y apretones de mano, nuevamente te vi. ¿Qué es lo que siento por vos? Ya no lo entiendo en esta constancia de indiferencia que tanto nos atrapa. Comenzamos joviales, entre papeles y copas, tal vez alguna esperanza de un beso, un romance. Luego de un año o dos, ya nos evitábamos con locura, como amantes por distancia, enemigos sin guerra. El aire, un gran vidrio oscuro entre nosotros, a través del que todos pueden pasar, más bien nosotros no.

Añoro aquellos momentos donde nadie se ignoraba a nadie. Chicos, pequeños, por supuesto. No tenemos la suficiente capacidad de sentir vergüenza (¿Será vergüenza?) ante el incumplimiento de ciertas reglas invisibles. Somos capaces de sentir con tanta viveza que el cerebro no demanda que seamos tan imbéciles.

Pero acá estamos, querida. Nos vemos, pero no nos vemos. Sabemos que estamos… ¿sabemos que estamos? ¿No será ya que estamos tan lejos en nuestras propias realidades que el otro ya no puede entrar?

Desearía tanto… un signo de vida

Otro día de trabajo, ver siempre la misma gente. La oficina ya me supera, desde que comencé este trabajo de secretaria no paré de trabajar. Ya esperar el colectivo cada día me desanima, me consume.

Para colmo, hay que falsear una sonrisa para todo el mundo dentro de la oficina. La gente suele ser tan estúpida que no nota estas cosas.

¿Acaso alguna vez te habré falseado una sonrisa? Denotás una inteligencia tal… Tal vez bajo la costumbre de la hipocresía ante los otros, me comporté descaradamente con vos.

Acá estoy, saludando a todos estos tontos, estas personas que apenas tocaron un libro en sus vidas, siguen un sistema y morirán así. Se avergüenzan de otros… ¿Por qué sos uno más de ellos?

Quisiera volver al principio, ver que hice para que me olvides, para que te escondas, al fin y al cabo, tras ese vidrio oscuro, pero invisible, que no podemos cruzar…

Desearía tanto responderte aquella llamada… y lo desearía tanto…