Adeptos

domingo, 17 de enero de 2010

OTRO =D

El Ankh

Uno entra a esa cabaña en medio del campo y observa en principio una cama. Deshecha, algo roída por los años, pero al fin y al cabo, útil. Ropas reposando sobre el suelo, durmiendo una siesta hasta que su poseedor crea conveniente tomarlas otra vez. Una barra de madera que separa la “habitación” de la “cocina”, donde simplemente se ve un pequeño horno, un fregadero y una heladera.
Uno entra a esa cabaña y ve en principio esas cosas, antes de desviar la atención hacia un cierto detalle. Un pedazo de madera sostenido en la pared, a modo de estante, que arriba de el reposan varias hojas y un simple libro. Solo un libro en toda esa cabaña destinada a estar perdida en medio de la nada.
El habitante de la misma tenía como pasatiempo afianzarse a ese libro, leerlo una y otra vez. Lo tenía desde que podía recordar, y simplemente le fascinaba, lo atraía y atrapaba, nunca sin fallar el intento. Pobre encuadernación roja, ya estaba casi desecha por el constante manoseo del dueño y señor de aquel pequeño mundo imaginario (¿qué tan imaginario era?). Las marcas saltaban a la luz, las hojas simplemente tenían un tenor amarillo crema, digno de un anciano libro que es capaz de contar con sabiduría aún en ese estado. Entonces, uno se pregunta cómo fue que el habitante sobrevivió ante tal falta de otras alternativas, otros autores apasionados, otras letras y derroches de tinta impresa en miles y miles y miles de hojas, esperando a ser leídas. Tal vez, solo por el hecho de que esa cabaña se encontrase en el medio de la nada impedía la llegada de nuevos libros para leer. Pero en estos tiempos resulta algo ilógico pensar que uno puede aislarse de aquella manera.
En fin, todo eso en la cabaña. El libro, único entretenimiento pueril, cuasi infantil, que llegaba a su adultez con la madurez de un infante anciano. El residente, arrojado sobre la cama, leyéndolo por primera vez. La historia, apasionante, y los personajes, mientras tanto, tan atragantes que hacen fijar los ojos de éste noches enteras en aquellas páginas de prosa bellísima. Lo saborea, lo traga, lo digiere y las ideas llegan a su cerebro, que trabaja a toda potencia para mantener un tránsito de información fluido. La obsesión, la monogamia entera y entregada a ese libro. Un esposo y mentor de aquel habitante solitario y taciturno que quiere entregarse nuevamente a aquella hermosura sin igual.
Lo relee, lo vuelve a leer y lo siente en su corazón miles de veces. Ese libro es para él, es él, lo es todo él. Sin otra vista más, aborda el mundo entero con ese libro. Imagina nuevos escenarios para las distintas escenas, distintos principios, distintos finales. Cada uno adecuado al tiempo que va pasando y que va fluyendo. Ese libro es su vida entera, su labor y conocimiento.
Ya muerto, no quedó más remedio que visitar esta cabaña en medio de un desierto de pasto, un desierto de humanidades. Tomamos aquel libro, interesados, intrigados, pero asustados ante una simple y absoluta sorpresa: aquel libro estaba en blanco.

sábado, 16 de enero de 2010

Cueeeeeeeeeento

Afinando la miseria

Vamos con el Mi.
Quizás este concierto tendría algo de sentido si tuviera un público, un salón. No, solo en la calle, y aún más solo que los que están sin gente alrededor.
Vamos con el La.
Está bien, ya están acostumbrados. No puedo exigirle a nadie que se detenga y escuche mis lamentos y lujurias. Realmente no tiene nada de interesante la vida de un desconocido, ¿verdad? Apenas los veo. Tal vez por esa bruma horrible que cubre el cemento, muy pesada, y no me permite mirar. Se ríe, la escucho. Si, la puedo oír hacerlo, desternillarse de la risa, morir y resurgir otra vez para volver a reír, ya que el aire a uno le falta de tanta burla.
Vamos con el Re.
“Lindo día, ¿no?” exclama uno en la bruma. No lo reconozco, no puedo verlo. Ya ni veo el sol, solo la densa capa nebulosa que me rodea. Apenas puedo observar que tanto mi guitarra, mi estuche, el pedazo de cemento en el que estoy sentado, yo, no desaparecemos carcomidos por esa brutalidad innata de un ser humano. Si bien se me vienen mil y una canciones a mi mente, ninguna se puede ajustar a esto… a este delirio estrambótico, la pena de muerte de un artista. Mi corazón late lágrimas, mi alma exclama sollozos, y yo solo puedo estar sentado allí, en aquella isla, a salvo de aquella niebla. ¿A salvo? ¿A salvo realmente? ¿Y si fuese el único atrapado en esta niebla? Acaso estas cosas surgen en mi mente, tal vez entendiendo que el mundo maquina en mi contra, y empiezo a comprender mi prisión, horrible prisión…
Un poco más oscura, si… un poco más. Ya no importa mucho si estoy a salvo y los demás atrapados, o si la situación es la inversa. Estoy separado de ellos, no los veo y no me ven. ¿No los veo? (me llega una imagen clara de mis alrededores) Está la niebla, claro. Si ellos no me ven… simplemente estoy perdido
Vamos con el Sol
Si, el sol, el sol, maldito traidor que se esconde ahora y me deja sin luz. Ya no estás, te escondes para que la niebla sea aún peor, ¿no es así? ¿Qué hice yo para sufrir tu maldito castigo? ¿Por qué cierras ese ojo para mí? Tal vez estará cerrado para el resto también (eso es lo que yo quiero creer). Espero simplemente que llueva, tal vez está nublado y yo no doy cuenta todavía de ello. Solo para que se esconda ese asqueroso lumínico que tanto adoraba de niño.
Vamos con el Si
La niebla ya es negra, completamente. Es un ahogo. Un suspenso y un adiós. El mundo mismo quiere despedirme de él, enviarme a otro, basura que soy, para no seguir ensuciando la calle. No entro en esa comprensión del hombre, simplemente soy un hecho, una melodía que no vale la pena escuchar ya que, al fin y al cabo, es gratuita. Y la bruma no cesa, simplemente quiere ahorcarme.
Vamos con el Mi.
Ya siento esas manos en mi cuello, que realmente no son manos, que realmente no es bruma. Es mi simple deseo, mi simple lamento. Tal vez por eso esos hombres no me ven, no me oyen, no me sienten. ¿Merezco tal desprecio? ¿Ya importa? Estoy muriendo de tanta indiferencia.

viernes, 15 de enero de 2010

Otro poema mas :B

¿No ves que va selene rodando por Callao?

Vagamente aparecés, curiosa,
mientras el día no se ve acabado,
¿Acaso no puede esperar tu encanto,
tanto que del sol estás celosa?

Allá se oculta la luz, pomposa,
mientras nos sonreís entre tanto.
¿Recibirás la calidez de su mano,
o a oscuras llorarás, hermosa?

Enigmatica sonrisa, pero preciosa,
¿llorarás el alba cuando marchado
te hayas, habiendo todo abandonado?
¿Nos dejaras en la soledad dolorosa?

¡No todavía! Tu falsa risa desaparece.

¡No todavía! Tus ojos ya enrojecen

¡No todavía! Nos dejas, con tu amante luminiscente,
y dormís plácida en otro lado,
mostrando solo la cara sonriente,
mientras con la otra llorás, por habernos desolado.