¡que bello sonido resuena
de aquella cándida madera!
Toca el muchacho las cuerdas
en plena avenida ya repleta
En tanto, nadie mira, nadie espera
las notas que salen desenvueltas.
Nadie a verlo tocar se queda,
mientras poco a poco envejece en pena
Nadie a su lado se sienta,
mientras poco a poco envejecen las cuerdas
Nadie siquiera lo recuerda...
¿Recordarán tal vez sus notas?
¿O se pierden ellas entre las gotas
de una lluvia que cae incesante
y toma al muchacho con sus cuerdas?
¿Sabrán de ellas una vez rotas?
¿Se darán cuenta que las notas
no volverán entre el gentío aterrante,
aquel que se roba vidas y horas?
Tal vez simplemente les toca
ver pasar la onda que resuena
Sin llegar a ellas, tan sordas,
que pierden siempre cada nota
cada segundo, cada hora,
mientras se pierden en la masa