Adeptos

jueves, 19 de enero de 2012

Un pecado casi original


Aún de los más míseros placeres,
no hay más que el encadenado, 
el cándido, el simplista.

Hasta sabe mejor, ¿sabés?

Aquella primera degustación,
la gloria misma en sentirlo.

Aún cuando es el veneno mismo
es nuestro manjar absoluto
si este mismo ha sido prohibido.

¿Qué otro placer buscamos
que superar el límite 
de aquello, lo escondido?

Y luego, la dama negra en el recinto.

La dama negra de todos los latidos,
que inunda de pronto nuestra mente
y nos hace desperdiciar alaridos,

un llanto sin nombre, aún sin olvido,
aunque deseemos que haya desaparecido.

Nos recuerda que ante la tentación caímos,
aún si como humanos vivimos,
es el peor castigo:
hacia el vacio.

1 comentario:

Jorge Arce dijo...

Después de mucho tiempo vengo a devolver la visita. Voy a dar una vuelta para leer más.